Voces, sonidos extraños y objetos que se mueven. Esos son algunos de
los sucesos que trabajadores del club han vivido en uno de los edificios más emblemáticos
del centro de Santiago.
El Club de La Unión se fundó en
el año 1864, luego de reuniones que sostenían liberales y conservadores en la
casa de don Rafael Larraín. Con el correr de los años, fue aumentando el número
de miembros, por lo que debieron arrendar una casa más grande, quedando así constituido
el club que se mantiene vigente hasta el día de hoy.
A principios del siglo XX, el
Club adquirió el Convento de las Monjas Agustinas, ubicado en la Alameda
esquina Bandera. Esta sede es la que continúa funcionando hasta la actualidad.
Sergio Castro, actual guardia del
recinto señala que “hay muchas historias.
Colegas han señalado que las puertas se abren y cierran solas, se mueven cosas,
etc. Además en las noches esto es una “boca de lobo”, ya que no se ve nada.”
No sería extraño pensar que un
edificio de 152 años posea historias sobrenaturales, más aun considerando que
durante mucho tiempo funcionó como un convento de monjas, lo que le da aun más
sabor a este lugar.
Cecilia Sáez es otra trabajadora
del Club, ella es secretaria y también le ha tocado experimentar sucesos que se
alejan de la normalidad, “recuerdo haber
sentido que me tocaban la espalda en varias oportunidades.” Además, señala
que no es algo que le haya sucedido solo a ella, sino que es algo que se repite
constantemente “ya no nos da mucho miedo,
porque estamos acostumbrados. Pero de que penan, penan” señaló Cecilia.
Sin duda que el Club de la Unión es un sitio enigmático, desde el momento en que uno ingresa, se siente en otra época. Quizás la unión de lo antiguo y lo moderno es lo que mantiene espíritus rondando, pensando que aun están en las tertulias coloniales de 1864 o en las tarde de té tan características de aquella época.
fotos propiedad de Nicolás Alfaro Gálvez
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